A la astrología se la ha llamado justamente «la ciencia de todos los comienzos» (Marc Jones) porque está basada fundamentalmente en el estudio de la semilla-estructura de los potenciales de vida y de crecimiento, manifiestos en el primer momento de cualquier ciclo de actividad orgánica. La semilla es el punto de encuentro del pasado y el futuro; en ella finaliza un ciclo y de ella emerge otro nuevo. Pero la astrología trata principalmente de ese aspecto de la semilla en que la estructura del futuro organismo se revela comoEl primer llanto es el primer acto de expresión orgánica integral al ser la respuesta del organismo al aire que penetra en él. Este aire inhalado trae con él la «firma» del pasado completo del universo, pero cuando el recién nacido deja sentir su primer llanto, expresa su propia respuesta al universo. Comienza a crear su futuro. Esta respuesta se hace cada vez más individual –una nueva contribución a la vida– al crecer y hacerse mayor; cuando esto se produce, lo que en el nacimiento era sólo un conjunto de potenciales, se vuelve gradualmente la actualidad concreta del carácter y la conducta consciente del individuo.
Lo que llamamos vida es la constante revelación del futuro a través de una serie de situaciones presentes: una revelación que comienza con el primer llanto.La astrología trabaja con cuerpos celestes en movimiento –o, de una forma más precisa, con los movimientos periódicos de puntos y discos luminosos en el cielo. Estos movimientos sólo se pueden calcular y determinar en el espacio y el tiempo si las posiciones, en continuo cambio, de los cuerpos celestes se miden respecto al horizonte y al período de un día, respecto a las posiciones del sol durante los equinoccios anuales, o respecto a los valores relativos de los períodos planetarios. Estos tres marcos de referencia se conocen en astrología como el sistema de casas, los signos del zodíaco y el patrón general del sistema solar (del cual se deriva el significado atribuido a cada planeta). Cada uno de estos tres marcos de referencia tiene un carácter y un sentido muy concretos y al combinarse producen la carta astrológica –el principal utensilio en astrología La estructura completa de un ciclo, por ejemplo, la vida de un hombre, desde su principio a su final es un marco de referencia para todos los momentos y sucesos dentro de dicho ciclo. Una casa es un marco de referencia para estimar la función, sentido, tamaño y valor de las habitaciones que contiene. Cada factor de la experiencia humana puede sólo encontrar su sentido cuando se le incluye en la estructura superior del ser total de la persona y de la humanidad. Por tanto, lo que cuenta a la hora de evaluar o juzgar las acciones de un individuo no son los intrincados detalles de los sucesos, sino, por el contrario, la forma en que encajan en el marco de la conciencia social, ética, religiosa y personal de dicho individuo y de los que le rodean. Incluso el acto de matar puede evaluarse como denigrante y ruin o como un acto glorioso dependiendo del momento y el lugar –según el marco social de referencia que se use para estimar el significado y la motivación del acto.
La astrología es «la ciencia de todo comienzo» porque cada caso particular comienza en un momento determinado, y la naturaleza de dicho caso está simbólicamente determinada o caracterizada por la potencia de vida creativa que hay en este globo en ese preciso momento.El meridiano es el círculo vertical que tiene como uno de sus diámetros al eje polar de la tierra y sobre el que el sol se encuentra al mediodía. En este círculo también se halla el punto más alto (el zenit). La línea trazada desde este punto al centro de la tierra es la línea de gravedad. El horizonte y el meridiano forman siempre un ángulo de 90°. Al prolongarlos en el espacio constituyen dos planos celestes que dividen al universo en cuatro partes de idéntico tamaño. Todos los objetos celestes se encuentran en uno u otro de estos cuadrantes. Al proyectarlos en un papel como dos líneas, horizontal y vertical, el horizonte y el meridiano forman los dos ejes principales de la carta astrológica. Estos ejes constituyen «el marco de la personalidad» porque todas las experiencias humanas recaen en los apartados básicos de la vida que ellos mismos perfilan. En la práctica común cada uno de estos cuatro departamentos de experiencia está dividido en tres secciones de 30° de espacio (no de zodíaco) y así se forman las doce casas del tema La Eclíptica Todos los cuerpos parecen moverse en relación al horizonte y el período cíclico de tal movimiento es el «día sideral», que tiene aproximadamente 23 horas y 56 minutos –el período de tiempo necesario para volver a tener a una estrella particular sobre el mismo meridiano. Al estudiar el movimiento cíclico de los cuerpos celestes, en referencia a la cruz formada por el horizonte y el meridiano, vemos que se dan dos categorías básicas, cada una de las cuales requiere un «marco de referencia» especial. Las estrellas fijas adelantan sus posiciones a través del ciclo del día sideral sin producirse cambios apreciables en su relación mutua. Pero el Sol, la Luna y los planetas establecen una relación mutua de constante cambio. Los patrones que forman en el cielo cambian incesantemente. Para analizar estos cambios se constituyó el zodíaco, como círculo de referencia. El zodíaco es el círculo descrito por el Sol en su aparente movimiento anual entre las estrellas «fijas». La Luna y los planetas avanzan en diferentes direcciones y con diferentes velocidades, pero mantienen sus órbitas dentro de este recorrido solar, sin alejarse demasiado por cualquiera de los dos lados. Por lo tanto es conveniente describir sus movimientos refiriéndolos siempre a dicho recorrido. El ecuador es el mayor círculo de latitud terrestre, pero, a la vez, se le considera una especie de horizonte general para la raza humana en su conjunto. Si se extiende indefinidamente, el plano del ecuador cruza el plano formado por el recorrido anual del Sol, alrededor del cielo. La línea formada por su intersección es la línea de los equinoccios. Los extremos de dicha línea son los puntos equinocciales. El punto que marca la posición del Sol al comienzo de la primavera en la latitud norte se toma como punto de partida para el círculo que señala la longitud –siendo el grado 0 de longitud, el primer punto de Aries, el comienzo convencional del zodíaco. El círculo donde se señala la longitud se divide en 360 grados y doce «signos» de 30 grados cada uno: Aries, Tamo, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis. Estos signos no deben confundirse con las constelaciones de la época griega, que llevaron y aún llevan los mismos nombres. Hubo un tiempo en que los signos y las constelaciones coincidían, no ocurriendo así ahora debido al movimiento separativo de las constelaciones. El círculo de la longitud también se llama eclíptica, debido a que todos los eclipses tienen lugar cuando la Luna está cercana a él durante la Luna nueva o la Luna llena. Todas las posiciones planetarias se describen en las efemérides astrológicas en referencia a la eclíptica –en términos de longitud zodiacal y, asimismo, de latitud celeste (su distancia al norte o al sur de la eclíptica). La relación entre el horizonte (en un momento y lugar determinados) y el círculo del recorrido anual del Sol también se da en términos de la longitud zodiacal de ambos extremos del horizonte: ascendente y descendente. Se aplica igualmente al meridiano y a las «cúspides» de las doce casas de la carta astrológica. En algunos cálculos astrológicos las posiciones de los cuerpos celestes se miden en referencia al ecuador celeste (en lugar de a la eclíptica), pero este no es el método más usual. De todas formas, entre los diferentes apartados que aparecen en la mayoría de las «efemérides» y revistas astrológicas, se suelen encontrar los «paralelos de declinación». El procedimiento básico de trabajo . La información que el astrólogo utiliza está tomada de unas efemérides y de una «tabla de casas», ambas calculadas por astrónomos y que son datos científicos y precisos. Componen la materia prima que usará el astrólogo en sus interpretaciones. En las técnicas astrológicas, que prevalecen hoy día en América, estos datos tratan casi exclusivamente de las longitudes (o posiciones zodiacales) de los planetas, las cúspides de las casas y de los nodos de la luna, es decir, de sus distancias a los equinoccios. Hoy día, la astrología es de tipo equinoccial. Está basada en las secuencias periódicas de las estaciones –un factor de control en la vida y cultura humanas. Lo que llamamos el zodíaco es en realidad el ciclo de las estaciones, proyectado en el cielo. Muchos astrólogos europeos reconocen la importancia de este factor equinoccial y sobre esta base levantan sus cartas astrológicas. A la izquierda de la rueda astrológica emplazan siempre 0 o Aries y cada una de las doce secciones corresponde a un signo zodiacal. El horizonte y el meridiano del nacimiento se indican con líneas de puntos, encuadrándose en estas secciones según su longitud. En otro tipo de esquema que se ha hecho popular recientemente –«la astrología solar»– el grado zodiacal del Sol en el nacimiento se coloca a la izquierda de la rueda y se adjudican 30° zodiacales a cada sección. De esta forma, si el Sol natal está en 12° Cáncer, las «cúspides solares» de esta carta solar de nacimiento estarán en 12° Cáncer, 12° Leo, 12° Virgo, etc. Aunque estos procedimientos pueden tener una justificación, las cartas que se levantan de estas dos formas presentan un gran fallo: no reflejan el universo tal cual aparece en el momento del nacimiento desde el lugar en que este ocurre. No recoge en símbolos un hecho actual y experimentable. El factor básico del nacimiento es que uno nace en un marco particular definido por el horizonte y el meridiano. El verdadero «horóscopo natal» es una representación del espacio que rodea al organismo recién nacido y la verdadera «rueda natal» es una proyección bidimensional de dicho espacio. Sus doce radios (las cúspides de las casas) cortan el espacio en segmentos angulares idénticos –pero el contenido zodiacal de esos ángulos de 30° de espacio generalmente no es idéntico. Hay que determinar en primer lugar cuántos grados del zodíaco contiene cada uno de estos «ángulos de espacio» o casas. Esto se hace calculando el tiempo sideral de nacimiento y hallando en la «tabla de casas» para la latitud geográfica de nacimiento las longitudes de las doce cúspides para ese preciso momento. Los cálculos que se deben hacer para determinar las posiciones de los diversos elementos de una carta natal no se pueden detallar aquí. Estos cálculos y sus fundamentos se pueden encontrar explicados ampliamente en muchos libros de texto y manuales para principiantes. Sólo mencionaré de forma simple las operaciones a realizar y concluiré con algunas observaciones generales cuya importancia no se puede sobreestimar. 1. Determinar la longitud y latitud geográfica del lugar de nacimiento. 2. Determinar la hora media local de nacimiento. Esta difiere en la mayoría de los casos de la hora del reloj la cual puede ser «hora standard» u «hora de verano» y la diferencia depende de la longitud 37 de nacimiento. 3. Determinar el «tiempo sideral» de nacimiento. Esto se hace usando como base la «hora sideral de Greenwich» que se recoge para cada día en las efemérides del año de nacimiento y corrigiéndola para el momento exacto del «primer llanto» y para la longitud del nacimiento. 4. Por medio de la «tabla de casas» para la latitud del nacimiento, calcular las posiciones zodiacales del horizonte y el meridiano y de las cúspides de las doce casas para la hora sideral de nacimiento –y anotar estas posiciones zodiacales en el correspondiente lugar de la carta natal, sin olvidar los «signos interceptados», en caso de que los haya. . Determinar la «hora media de Greenwich» del nacimiento, teniendo en cuenta si las efemérides usadas dan las posiciones planetarias para mediodía o para medianoche. 6. Calcular las posiciones zodiacales del Sol, la Luna, los planetas y los nodos de la Luna para esta hora media de Greenwich para el nacimiento, a partir de las posiciones que aparecen en las efemérides. El uso de los logaritmos simplifica estos cálculos si se desea mayor exactitud. Se debe prestar una especial atención a los planetas que tengan movimiento retrógado. . Calcular la posición de la «parte de la Fortuna». Estos son los siete pasos necesarios para establecer la información básica que constituye la carta natal. Los siguientes pasos tratan de la organización de esta información en términos de «consciencia interpretativa». A. Señalar los «aspectos» de los planetas de forma apropiada (por ejemplo, con lápices de colores y establecer el significado fundamental de la configuración completa. B. Determinar el poder de los planetas, individualmente o en grupos, según las «dignidades» y las «regencias» de las casas. Se debe destacar todo aquello que sea índice de un centro de gravedad de un énfasis o tendencia básica que pueda servir como medio para enfocar la interpretación e indicar el principal «nivel» en que el individuo funciona de forma natural. C. Considerar cada una de las casas de la carta y su contenido planetario y zodiacal, según el departamento particular de la vida que simbolizan, percibiendo el «toque personal» de la actividad de cada planeta en el lugar donde se encuentra. D. Calcular las «posiciones progresadas» de los planetas para el momento de estudio y anotarlos en la carta fuera de la rueda natal (en diferente color). Calcular las posiciones de los planetas para el momento de estudio y anotarlas fuera del círculo de las «progresiones», como «tránsitos». Estos dos tipos de cálculo son de importancia, incluso en la primera etapa de interpretación de la carta, ya que brindan un inmediato foco de atención al problema de la interpretación. En otras palabras, el hecho de que la carta se estudie en un momento determinado arroja una luz sobre el propósito de estudio y sobre la clase de ayuda que el cliente necesita (y ésta puede no ser la que él o ella «piensa» que necesita). E. Una vez definidos todos estos factores, hay que buscar el acercamiento al ser total de aquello que la carta represente, ya sea una persona o una situación. Hay que aproximarse a la carta como un artista se aproxima a una pintura, con una apertura consciente y positiva, con la clara determinación de evocar su significado –y de ayudar al cliente a alcanzar el más alto estado de integración consciente. Hay que aproximarse a la carta con la plena aceptación de la responsabilidad personal y con una actitud de «plegaria», pidiendo una dirección interna y una sabia comprensión. Con estas cinco fases de la interpretación –a las que se pueden añadir otras cuando surjan problemas especiales y se deba estudiar con todo detalle la vida del cliente– hemos cubierto los factores astrológicos que se estudiarán en capítulos posteriores. No obstante, he mencionado estas fases para establecer un marco preliminar dentro del cual pueda operar con un máximo de estabilidad y plenitud el proceso de interpretación astrológica.
Debemos hacer hincapié en la necesidad de claridad y talento tanto al hacer la carta como ante los problemas de la interpretación. Cada astrólogo debe hacer uso de cualquier medio que le facilite la lectura de los diferentes elementos de la carta. Los símbolos, la numeración de los grados y la disposición general de la rueda puede ser llevada a cabo según el criterio personal de cada astrólogo. La carta natal debe ser en sí misma un símbolo, un símbolo vivo que evoque la realidad de la persona. La práctica de la astrología es un arte y también es, en esencia, una terapia. Cada astrólogo, que sea juicioso, sabe que, le guste o no, es también un astroterapeuta.